Transcribimos aquí un relato de uno de los compañeros de la Asociación, detallando sus andanzas y vicencias cotidianas en su peregrinación
hacia el sepulcro del Santo Apóstol. Una delicia poder leer sus palabras.
Se trata de la tercera etapa de su
peregrinación iniciada en Puebla de Sanabria:
Tercer
día:
¡Qué bien he dormido!. Como robocop, bajo las escaleras del hostal A Madrileña y me dirijo a un bar, creo que El Peregrino, a desayunar. Algún peregrino y muchos trabajadores de las obras del AVE. Cafelito, tostadita con tomate y de vuelta para mis abluciones matinales y ponerme en marcha.
¡Qué bien he dormido!. Como robocop, bajo las escaleras del hostal A Madrileña y me dirijo a un bar, creo que El Peregrino, a desayunar. Algún peregrino y muchos trabajadores de las obras del AVE. Cafelito, tostadita con tomate y de vuelta para mis abluciones matinales y ponerme en marcha.
En A Gudiña El Camino se bifurca: o vamos por Laza, o por Verin; esta última ruta creo que es mas cómoda pero más larga. Las obras del AVE aconsejan, ordenan, que por Verin; pero viendo la experiencia previa, ni caso: Unos km más por no pasar por
Salgo de A Gudiña y , cómo no, a subir.
Hace una mañana preciosa, amanece fresquito, con nubes bajas, casi niebla. Camino por una carretera, carreteril, más bien, sin líneas pintadas y el trasiego de vehículos de las obras del AVE, coches con personal con casco y chaleco reflectante, furgonetas de servicios, “repuestos o veloz”, “hidráulicos del noroeste”…., pasan rápidos, pero van atentos al peregrino.
Hace una mañana preciosa, amanece fresquito, con nubes bajas, casi niebla. Camino por una carretera, carreteril, más bien, sin líneas pintadas y el trasiego de vehículos de las obras del AVE, coches con personal con casco y chaleco reflectante, furgonetas de servicios, “repuestos o veloz”, “hidráulicos del noroeste”…., pasan rápidos, pero van atentos al peregrino.
Paisaje de montaña, verde, muy verde, de espino y brezo, brezo que con su
pequeña flor da matices rojos, naranjas y amarillos a este precioso paisaje.
Alto Do Espiño, 1100
metros de altitud la carretera continúa por la divisoria, un
oleaje verde se extiende en todas direcciones, montes de suaves lomas hasta el
infinito enmarcado por montañas más altas, valles profundos y a la derecha
aparece el embalse de As Portas.
El topónimo "Venda" (venta), nos recuerda que estas montañas fueron
lugar de paso de comerciantes y pasajeros que descansaban, en sus
desplazamientos, en las ventas u hospedajes que se establecían en estas
montañas, y que con el paso de los años terminaron por convertirse en pequeñas
aldeas que adquirieron el nombre de los propietarios de esas ventas.
Venda do Espiño, con una huerta impresionante y
un cartel de Michelin boca abajo, tapando una ventana, curioso lugar donde fue
a parar el gordito.
Venda da
Teresa, parece abandonado, pero los muchos perros sueltos nos avisan con
antelación que estamos en lugar habitado. El bordón no se hace necesario con
los canes, pero da seguridad.En esta Venda, residen dos primos y, atención!!!,
son una joya en bruto, tienen capital y están solteros. Coches, tractores,
ovejas y tierras les avalan como los terratenientes de estos lares.
Las vías del tren me acompañan desde los valles y la
encuentro llegando a Venda Da Capela, sitio que tuvo su importancia en la
construcción del ferrocarril, entre 1926 hasta el 57; tiene una estación y una
zona de maniobras muy extensa, así como una zona de viviendas para personal,
prácticamente en ruinas hoy en día, pero cerrando un poco los ojos puedes
llegar a escuchar el ajetreo diario en el silencio que te rodea.
Última fuente publica hasta Campobecerros, antes paso por Venda da Bolaño, que
es prácticamente toda una casa rural, rural, en el culo del mundo. Precioso
lugar.
Aún7
km a Campobecerros, aprieta Lorenzo, carretera y pasito a
pasito, salimos de ella y tomamos un camino, estamos en la
Sierra Seca , agito la cantimplora, ¿tendré
suficiente?
Aún
Son las doce, ¿Dónde está ese pueblo?, rezo el Ángelus, paso un matojo de brezo
y abajo en el valle... aparece. ¿No os dije que nos cuidan y
protegen?. Pero hay que bajar, el camino cortado por el AVE y un ¿sendero
pedregoso?: una bajada , tipo cortafuegos, casi vertical, de pizarra suelta,
surcos de escorrenterías, un lujo para pies y piernas y al lado una pista por
donde camiones bajan y suben de continuo con los restos pétreos de la
construcción de un túnel.
Campobecerros,
a la entrada fuente con lavadero. Libero mis pies de la opresión de las botas y
los introduzco en el gélido líquido. Tres inmersiones de quince segundos, imposible
más tiempo. El azul de la piel asusta, ¡como para darse un baño!, parte de mi
cuerpo se retrae de la impresión y me cuesta horas que salga de sus pliegues…
Paso la iglesia de La Asunción , con la imagen de Santiago en la fachada y busco, y al
olor encuentro un ¿bar?, saloncito de estar de una casa, con el butacón para la
abuela en la entrada y con la abuela recibiendo.
Dos matrimonios
peregrinos me saludan y me invitan a sentarme con ellos, unos de cerca de
Benavente y otros de Barcelona, aunque descendientes de Uclés, en el fondo
castellanos todos. Les ponen unos bocatas de tortilla con chorizo, (estoy
salivando, como los perros de Pavlov), y una ensalada de escándalo. No puedo
remediarlo, bocata y tres acuarios, más chupito de orujo casero, 8.50€. 1:30
empiezan a llegar los obreros del AVE, ¡¡Como huele la cocina!!, nosotros nos
vamos.
En una hora llegamos a Porto Camba, digo llegamos porque me acogen en su seno estos cuatro encantadores peregrinos, compañeros de tortilla de chorizo y de Camino.
En una hora llegamos a Porto Camba, digo llegamos porque me acogen en su seno estos cuatro encantadores peregrinos, compañeros de tortilla de chorizo y de Camino.
Una reflexión sobre los pueblos que estoy pasando: Hay pueblos que van
quedándose sin gentes y amanecen sin risas de niños, sin llantos de niños; hay
pueblos donde las casas, se van muriendo de soledad. Son pueblos tristes, que
guardan en sus vientos hombres y mujeres que se van apagando poco a poco, y que
cada vez; acaso más encorvados, miran con mayor insistencia a la tierra que les
ha de acoger. Por camino llegamos a una bifurcación, donde se
eleva una gran cruz de madera, un milladoiro, al parecer, erigido en memoria de
los peregrinos fallecidos en El Camino.
Por una pista forestal bajamos lentamente la montaña, pueblos nos saludan desde los valles y los árboles comienzan a encontrase con nosotros, castaños, pinos y eucaliptos, junto con el señorial roble, nos acunan y protegen del poder de Helios.
As Eiras, parada, gel frío para las piernas, buchito de agua y charla amena con los paisanos y con sus familiares que vienen a pasar las vacaciones con ellos. El artista local se queja que no le permiten dar color a las imágenes que él ve en las piedras de un muro, el alcalde le ha dicho que está prohibido...; la cultura oprimida.
Séis kilómetros hasta Laza, descenso suave, frescor del agua y de los árboles, ¿eso es un valle?, carretera, Laza.
Tras 35 km los compañeros de Protección Civil, nos hacen la filiación, nos dan sabanas y la llave del albergue, sitio limpio, bien diseñado, cómodo.
Iglesia de San Juan, misa a las ocho, no aparece nadie, tres jóvenes de Coruña y yo, sentados entre las sepulturas esperando hasta casi las nueve: “Hijos, si no tocan las campanas, no hay misa”. Tarde nos lo dice la paisana.
Ceno en un bar que no recuerdo su nombre, no era A Picota, cerca de él bajando hacia Protección Civil. Un bar nuevo. Pido un filete con un poco de ensalada. Fuente con filete, ensalada, patatas y dos huevos que “no me habías pedido, pero te los he puesto”. Refresco, manzanilla y orujo, 8€.
A dormir que mañana, como no, hay que subir...
Pablo L. Martínez Sánchez