CAMINO DE SANTIAGO

CAMINO DE SANTIAGO

jueves, 20 de junio de 2013

PEREGRINOS EN LA EDAD MEDIA

  
A continuación transcribimos un relato de finales del siglo XIV, es un framento de uno de los más famosos diarios de peregrinación medievales, el "Dietaro Intimo" de Geofroi de Buletot, narrando una peregrinación del año 1.381. Podremos comprobar como narra sus experiencias desde Burgos hasta Sahagún por tierras castellanas y comparar sus vivencias con las peregrinaciones actuales.
En el Códice Calixtino, en su libro V, que lleva por título Liber peregrinationis nos habla de cómo entre los emblemas de Santiago, conchas para los peregrinos, se venden más botas de vino, zapatos, mochilas de piel de ciervo, bolsas, correas, cinturones, hierbas medicinales y que por todas las partes hay cambistas, mesoneros y otros mercaderes; a título anecdótico podríamos reseñar que hay crónicas que afirman que Sahagún era conocida como la "Gomorra del Camino
Sahagún
de Santiago", en ella se desmadraban los peregrinos, ya que abundaban las tabernas donde corría el vino, se jugaba a las cartas y se encontraban mujeres que proporcionaban todo tipo de placeres. Fue famosa la taberna de Konradus, abierta en 1245, en ella, según denuncia de los abades del monasterio benedictino, se consumía más vino que agua, se llegó a contabilizar en esta taberna un consumo de hasta 150 litros diarios, lo que lleva a que a Sahagún se le dé el nombre de la Cuba de Sahagún, y se diga que es como una descomunal ballena.
Sahagún de Campos
7 de abril de 1.381

Burgos
"Hemos cambiado de paisaje. Entramos en tierra de Campos; casi a partir de Burgos y, sobre todo, después de Carrión de los Condes. Por aquí florecen los trigos. El pan se da en abundancia, pero las casas y hospedajes se diluyen en una frontera muy rala. Las viviendas se construyen con adobe y hasta poseen el demacrado color ocre que las vuelven parduzcas. En Burgos, he podido pasarlo bien, porque compite el Hospital del Emperador con el de Roncesvalles. De todas formas hay constantes líos con los posaderos y albergueros. Los Fueros de Castilla han tenido que dirimir no pocas

cuestiones; en este hospital, donde me tratan tan bien, vivió un raro hostalero; oigamos la expresiva prosa ocasional: "asaetearon al mayor del Hospital, que en el hospedaje envenenó a cien peregrinos". No creí nunca que pudiera estar la peregrinación compostelana tan infectada de peligros. En Burgos suelen repetir un refrán:"el dardillo de Burgos, quitadle y séase vuestro". Resulta que entró un peregrino a casa de un tabernero. Le pidió vino para un compañero, que no podía descabalgar. Pagó, con promesas de devolver al instante la copa de plata. Y .... de aquel peregrino nunca más se conoció el paradero. Y es que también existen peregrinos de poca devoción que aplican sus malas mañas a todo lo que les lucra, aún estafando. En el Hospital del Rey se santificó un hombre, san Lesmes. De hospitales y alberguerías podemos hablar en abundancia, ya que he podido contar no menos de 25.
El caso es que se hallan supersaturadas de peregrinos, casi a presión. Por aquí algunos brujulean, durante varios días. En el hospital donde resido, nos dieron tres veces de comer, por jornada, pero cada ración fue inferior a la anterior. En las tres primeras muy abundante. Quiero reseñarle: la sopa, carne, una libra de pan blanco y un cuartillo de vino. Me lavaron los pies, pero no se topó el fraile que manejaba el lebrillo con aquello que le sucedió a san Amaro, al encontrarse un día con que le ofrecía el pie para las abluciones rituales el mismísimo demonio. Por las calles circulan muchos leprosos. Los he tropezado, especialmente en el momento de visitar al Santo Cristo de San Agustín. Lo pude sorprender, en su misterio, después que tres sucesivas cortinas se fueron descorriendo anhelosamente. Es un Cristo de mucha sangre, terrible, al que le crece la barba; le afeitan cada semana y le cortan las uñas. Dicen que como al de Orense hay que asearle cada semana. Algo menos será, ¡vamos!, digo yo. Según me cuentan, lo trajo de un puerto del Norte un mercader de Flandes, que lo halló errante por el mar. Burgos se arremolina de mercaderes flamencos y de otros venidos de puertos hanseáticos. He visto frailes gordos e ignorantes, con facha de estar bien comidos. Deben guardar en la bodega cerveza de Munich o su equivalente. No me lo explico de otra forma.
Hontanas
Salí más tarde de esta metrópoli, en dirección a Sahagún, donde ahora escribo, en la hospedería del gran monasterio de Clunyp. Por San Boal tuve que hacer frente a una nube de langostas, que adelantaban al oscurecer, ocultando el sol. Por Hontanos hallé un peregrino moribundo al que merodeaban los lobos. Esperamos a otro romero, que venía con cabalgadura, para rogarle que lo trasladase hasta
Convento de San Anton (Castrojeriz)
Castrojeríz, donde hay buenos hospitales. De todas maneras, me supieron a algo "ibéricamente exquisitas" las sopas de ajo que me proporcionaron, en Hontanos, los alemanes que vendían imágenes. Habréis observado que el camino sirve para todo. Y unos enriquecen el espíritu, otros nutren con sus mercaderías las escarcelas. Junto al río Garbanzuelo me contaron la historia del hijo de Gascón, atacado por la gangrena del "ignis sacro", quien construyó un convento que da el nombre al pueblo, en atención al milagro operado en su hijo. Ni se me reconocía entre la polvareda que levantábamos poco antes de acercarnos a Castrojeriz.
Castrojeriz
Aunque parezca extraño, una gran parte de las "Cantigas" de Afonso el Sabio se han escrito en alabanza de "dos Vírgenes" que se venerani por estos pueblos de la peregrinación jacobea. Una es la Virgen del Manzano, en Castrojeriz; y otra la Virgen de Villasirga, pasado ya Fitero. Es decir que las "Cantigas" mismas se refieren a sucesos de romeros, que reciben favores, por la intercesión de Santa María, aun antes de llegar a Compostela. En Castrojeriz he contado 7 hospitales y 4 templos. No me ha sido difícil pedir
Iglesia de San Martín (Fromista)
una "caridad". Antes de llegar a Frómista quedo embobado y hechizado en la contemplación de la iglesia románica construída por doña Mayor. Más adelante ya en Villasirga, descubro el hospital del Conde Osorno. Empieza uno a maravillarse, con sólo entrar en el atrio, de la Virgen de Villasirga. Alfonso X el Sabio se encarama en versos cortos para contarnos la tragedia del mercader alemán, que se queda tullido:



El, en esto estando,
viu que gran romaría
de gente de sa terra
a Santiago va.

Hasta los marineros se sirven de su advocación para solicitar bonanza. 
En una palabra, he aprendido este cantarcillo:

"Romeos que de Santiago van, foronlle contando os miragres que a Virgen faz en Vila-Sirga".
Villalcazar de Sirga