El próximo 17 de Enero se celebra el día de San Antón, más conocido como "el patrón de los animales". Alrededor de este santo eremita nacido en el Alto Egipto, que abandonó sus bienes y posesiones para hacer una vida ascética en el desierto ayudando a otros ermitaños a encaminar su vida espiritual, surgieron numerosas historias y vicisitudes en torno a su culto, entre ellas algunas muy relacionadas con el Camino de Santiago que contribuyeron a su desarrollo y consolidación en la época medieval sobre todo con la Orden de los Antonianos:
La Orden Hospitalaria de San Antonio apareció en un momento histórico caracterizado por un resurgimiento del espíritu religioso. El nacimiento de la orden está relacionado con varios fenómenos colectivos producidos en el siglo XI: devoción a las reliquias, incremento de las peregrinaciones y una enfermedad llamada “fuego sagrado” o “mal de ardientes”.
Hacia 1070, las reliquias de San Antonio Abad, procedentes de Oriente, llegaron a un lugar del delfinado francés, cercano a Vienne, denominado en la actualidad Saint-Antoinel’Abbaye. Las reliquias fueron depositadas en una iglesia que pertenecía al monasterio benedictino de Montmajour.
Entre 1085 y 1095 una terrible epidemia asoló vastas regiones de Europa central. Era una enfermedad misteriosa. Tomada como un castigo de Dios y descrita por sus síntomas más hirientes, la gangrena. El llamado “ignis sacer” era producido por una intoxicación derivada por la ingestión de harinas que contenían el cornezuelo del centeno.
Desde entonces y hasta el siglo XVI, estos monjes lograrían una gran expansión con cerca de mil fundaciones y alrededor de cuatrocientos hospitales repartidos por toda Europa. El prestigio creciente y la rápida expansión de la fraternidad antoniana se debió en gran parte a la eficacia de sus prestaciones médicas: Los antonianos conocían la técnica de la cirugía. Las operaciones quirúrgicas y los tratamientos terapéuticos se complementaban con otros remedios, a base hierbas medicinales, y con un régimen de alimentación sana: buen pan, elaborado con harina no contaminada, buen vino, a poder ser de la “santa viña”, y buena carne de cerdo, de los famosos “cerdos de San Antonio”.
Los miembros de la orden guardaban el uso de un hábito común, identificable fácilmente al portar sobre una túnica de sayal negra con capuchón, una gran cruz en forma de Tau generalmente azul cosida en el lado izquierdo del pecho, sobre el corazón. La Tau o Thau es una letra del alfabeto griego en forma de cruz, a modo de T. Desde su fundación fue emblema de la orden, librando de las pestilencias del mismo modo en que libró de la plaga divina a los primogénitos hebreos en Egipto, tras marcarla en las puestas de sus casas.
LA ORDEN HOSPITALARIA EN ESPAÑA
Los antonianos llegaron a España en el siglo XII y tras fundar las preceptorías de Castrogeriz y Olite extendieron sus dependencias por las principales rutas de peregrinación españolas.
Todavía hoy al llegar desde Burgos a Castrogeriz se puede apreciar el conjunto monumental gótico del siglo XIV, formado por alberguería e iglesia, unidas por altas arcadas ojivales bajo las que pasa el Camino de Santiago. A la izquierda se conserva la portada ojival con arquivoltas cuajadas de estatuas muy deterioradas; en frente, dos alacenas en las que los frailes dejaban la comida para los peregrinos.
Este centro, cabeza de la Orden Antoniana en Castilla había sido fundado en 1146 por Alfonso VII. Va a ser el más el corazón y el motor de dicha Orden Hospitalaria convirtiéndose en la Preceptoría principal de Castilla.
De la Encomienda Mayor de Castrogeriz dependían el resto de las castellanas. Un documento de la orden, ofrece la relación de las encomiendas dependientes del Gran Hospital en aquel tiempo, con el detalle de las casas que a ellas se subordinaban: “España Casas subordinadas: Salamanca, Toro, Atienza, Segovia, Toledo, Cuenca, Ciudad Real, Cadalso de los Vidrios, Córdoba, Sevilla y Benespera en Portugal. Todas las Encomiendas, además, llevaban anejo un hospital.
De esta manera podemos comprobar la implantación de dicha orden hospitalaria por nuestra provincia, son numerosos los documentos relacionados con la Preceptoría de San Antón de Castrogeriz en los Registros Vaticanos referentes a su organización o gobierno interno. Entre ellos aparece una bula papal datada el 2 de septiembre de 1414 por la que el papa Benedicto XIII de Aviñón ordena al oficial de la diócesis de Calahorra la concesión a Juan de Fabri, preceptor de las casas de San Antonio de Cadalso y de Talavera, diócesis de Toledo, un beneficio reservado a los canónigos del monasterio de Vienne, dependiente del preceptor de San Antonio de Castrogeriz.
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Dintel de la Ermita de San Antón o Casa del Ermitaño en Cadalso de los Vidrios |
LOS CERDOS DE SAN ANTONIO
Los santos, en sus imágenes, suelen tener signos externos que los identifican. Algunos son conocidos por los animales que les acompañan: un perro, San Roque; un lobo, San Francisco de Asís; unos bueyes, San Isidro Labrador; y un cerdo, San Antón.
El cerdo está a los pies de San Antonio Abad como ser real y como figura simbólica. Representa a los animales de su especie y a las ideas con él relacionadas. Admite varias interpretaciones. Una de ellas coloca al personaje entre los santos sanadores veterinarios. En su hagiografía se cuenta que una vez curó a un cerdo salvaje y éste, agradecido, permaneció para siempre a su lado. Con este acompañamiento del reino animal y la caracterización de taumaturgo veterinario, entró fácilmente San Antonio en la escena de la devoción popular. Se le nombró patrono. Se le veneró como protector de los animales llamados domésticos, porque vivían en casa con los amos y trabajaban para la misma.
Entre los cerdos que acompañan al santo abad, hay algunos que llevan un campanillo colgado del cuello. El campanillo es un símbolo que tiene un significado. Pendiente del cuello del cerdo, como una pequeña esquila, pregonaba con su tintineo que tenía permiso de la autoridad para ser alimentado y engordado por la comunidad. Esto hace referencia a un proceso productivo de gran rendimiento económico que idearon y pusieron en práctica los antonianos en la extensa red de sus establecimientos:
Los hospitales tenían que almacenar alimentos en buenas condiciones y durante largo tiempo: cereales en los graneros, vino en las bodegas, salazones en las tinajas. Si se quería disponer de carne fresca, se mantenía en vivo: aves en el corral, terneros en el establo, cerdos en la cochiquera. Pero costaba criarlos. Era necesario un dinero que debía salir de los ingresos destinados al mantenimiento de los enfermos. Para salvar este gasto, se ideó un procedimiento que llegó a ser una institución aprobada por las autoridades eclesiásticas y civiles: los bienhechores de un hospital donaban cochinillos. Los monjes antonianos les colgaban un campanillo al cuello y los dejaban sueltos por las calles de los pueblos para que los vecinos los alimentaran con las sobras de las comidas. De esa forma cumplían con la obligación de hacer limosnas y ganaban indulgencias. Cuando llegaba el tiempo de la matanza, el resultado era muy beneficioso para los pobres, los enfermos, el hospital y la orden. La salida de “los cerdos de San Antonio” a las calles de los pueblos, en días y horas señalados, con el tintineo significativo de los campanillos, era una cuestación pública, autorizada en algunos lugares y tiempos en exclusiva a los antonianos.
Extinguida la orden en España por bula pontificia en 1787, siguieron vivas, aunque transformadas, algunas costumbres introducidas por los antonianos. Así se pueden considerar las rifas populares a beneficio de hospitales y la celebración de la fiesta de San Antón con sorteos de cerdos en muchos lugares de la península.
Por otro lado, la fiesta de San Antón coincide en muchos lugares con la matanza ritual de un cerdo y la preparación de tradicionales hogueras.
SAN ANTÓN EN ESCALONA: EL TOQUE DE LA GUARRILLA
También en Escalona hubo una ermita con culto a San Antón, en las inmediaciones de la Plaza del Infante D. Juan Manuel, haciendo esquina con la calle del mismo nombre. Es de destacar que durante estos días, desde el 1 al 17 de enero, celebramos una peculiar tradición de muy antiguo origen: Escalona, en épocas de la Reconquista, estuvo sitiada por los musulmanes sufriendo un fuerte cerco impuesto desde 1135 a 1140, durante el cual un toque de campana avisaba a sus habitantes cuando se abrían y cerraban las puertas de la muralla, al alba y al ocaso respectivamente. Actualmente, el ritual llevado a cabo en el baile de "la Guarrilla" consiste en repicar las campanas de forma seguida para luego después dar campanadas espaciadas. La cantidad de toques se corresponde al día del mes de enero en el que se realice. Antaño, durante esos días los escaloneros cogidos de la mano por parejas giraban saltando al compás del replique de campanas. El día de San Antón, también celebramos la tradicional fiesta de los animales; durante este día, se procede a la bendición de los animales después de la procesión religiosa y a la rifa del "Guarro Antón" entre los vecinos de la villa.