Caminante, el peregrino
Cervantes aquí se encierra;
su cuerpo cubre la tierra,
no su nombre, que es divino,
en fin hizo su camino;
pero su fama no es muerta,
ni sus obras, prenda cierta
de que pudo a la partida,
desde esta a la otra vida
ir, la cara descubierta.
Epitafio de D. Francisco de Urbina y que aparece en la edición de su obra póstuma " Los trabajos de Persiles y Sigismunda; historia setentrional"
El próximo 23 de Abril se cumple el 400 aniversario de la muerte de D. Miguel de Cervantes, el más insigne autor de nuestras letras. Célebre por la novela D. Quijote de la Mancha.
Desde aquí queremos ofrecer un modesto homenaje a su figura y establecer una serie de relaciones con el espíritu de la peregrinación, que muy bien vemos reflejado en sus obras; sobre todo en su última novela, "Los Trabajos de Persiles y Sigismunda", su obra más querida por él; finalizada ya cercano al fin de sus días, como nos indica en su célebre y conmovedora dedicatoria al Conde de Lemos.
"Puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte, gran señor, ésta te escribo: Ayer me dieron la Estremaunción y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir"
En el Persiles, subtitulada como "Novela de Peregrinación" (genero por otra parte habitual en la época), el propio Cervantes aparece en la misma interviniendo de esta manera:
"Estando todos sentados a una mesa; de un aposento del mesón salió un gallardo peregrino con unas escribanías sobre el brazo izquierdo, y un cartapacio en la mano; y, habiendo hecho a todos la debida cortesía, en lengua castellana dijo: — Este traje de peregrino que visto, él cual trae consigo la obligación de que pida limosna el que lo trae, me obliga a que os la pida, y tan aventajada y tan nueva que, sin darme joya alguna, ni prendas que lo valgan, me habéis de hacer rico. Yo, señores, soy un hombre curioso; sobre la mitad de mi alma predomina Marte, y sobre la otra mitad Mercurio y Apolo. Algunos años me he dado al ejercicio de la guerra, y algunos otros, y los más maduros, en el de las letras. En los de la guerra he alcanzado algún buen nombre, y por los de las letras he sido algún tanto estimado. Algunos libros he impreso, de los ignorantes no condenados por malos, ni de los discretos han dejado de ser tenidos por buenos. Y como la necesidad, según se dice, es maestra de avivar los ingenios, este mío, que tiene un no sé qué de fantástico e inventivo, ha dado en una imaginación algo peregrina y nueva, y es que a costa ajena quiero sacar un libro a la luz, cuyo trabajo sea, como he dicho, ajeno, y el provecho mío. El libro se ha de llamar Flor de aforismos peregrinos; conviene a saber, sentencias sacadas de la misma verdad, en esta forma: cuando en el camino o en otra parte topo alguna persona cuya esperiencia muestre ser de ingenio y de prendas, le pido me escriba en este cartapacio algún dicho agudo, si es que le sabe, o alguna sentencia que lo parezca, y de esta manera tengo ajuntados más de trecientos aforismos, todos dignos de saberse y de imprimirse, y no en nombre mío, sino de su mismo autor, que lo firmó de su nombre después de haberlo dicho. Esta es la limosna que pido, y la que estimaré sobre todo el oro del mundo.inventivo, ha dado en una imaginación algo peregrina y nueva, y es que a costa ajena quiero sacar un libro a la luz, cuyo trabajo sea, como he dicho, ajeno, y el provecho mío"
En esta descripción, en la que alterna como acostumbraba, la realidad con la fantasía, haciendo uno de sus magistrales juegos de ficción novelesca, nos relata su vida y andanzas, mostrándonos a un hombre surgido de la idea bíblica de la peregrinación de la vida humana sobre la tierra; antítesis de otros tipos de protagonistas, legados por la literatura como el caballero, el pastor y el pícaro, personificaficando el carácter más universal y permanente de la condición del hombre; resumido en una frase que aparece en la misma novela que dice
"Nuestras almas como tú bien sabes y como aquí me han enseñado, siempre están en continuo movimiento y no pueden parar sino en Dios, como en su centro"
Sin duda la azarosa vida de D. Miguel, llena de aventuras e infortunios, pocas veces reconocidos en su tiempo, le generaron una actitud ante el mundo entre ascética e irónica, mostrando las lecciones de su aprendizaje en su obra y dando una visión de la vida muy similar a la del peregrino que decide ponerse en camino hacia los lugares santos, al reencuentro de la verdad.
Esta nuestra peregrinación, hermano y señor mío, tan llena de trabajos y sobresaltos, tan amenazadora de peligros, cada día y cada momento me hace temer los de la muerte, y querría que diésemos traza de asegurar la vida, sosegándola en una parte, y ninguna hallo tan buena como esta donde estamos; que aquí se te ofrecen riquezas en abundancia, no en promesas, sino en verdad.
Por ello Cervantes nos retrata personajes aventureros, que abandonan su hogar a conocer el mundo y afrontar nuevas experiencias, siempre en defensa de unos valores e ideales reconocidos pero ajenos a los usos de la gente.
Su personaje más célebre, el que le ha dado fama universal, D. Quijote, encardina esta idea: Al comienzo de la novela se dice:
"En efeto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama"
El peregrino de Cervantes es el antiguo caballero andante, que ha sustituido los ideales anacrónicos de la caballería medieval profesados por Don Quijote, por las cualidades estoicas del caballero cristiano. La peregrinación es la sumisión del hombre a un ideal trascendente; el peregrino supedita el logro de sus ilusiones al cumplimiento de sus votos de peregrinación. La existencia del caballero, cuya aspiración y cuyo juramento le impulsan a una vida errante persiguiendo un ideal, es una dura peregrinación, intrincado itinerario de aventuras, que se suceden en la búsqueda de empresas heroicas. La caballería andante profesa por su voto caballeresco una vocación que podríamos llamar de peregrinaje.
Resaltar el hecho que pese a su actual fama, en su época apenas tuvo reconocimiento. Unos meses antes de su muerte, Cervantes había tenido una recompensa moral por sus penurias e infortunios económicos: uno de los censores, el licenciado Márquez Torres, le envió una recomendación en la que relataba una conversación mantenida en febrero de 1615 con notables caballeros del séquito del embajador francés: «Preguntáronme muy por menor su edad, su profesión, calidad y cantidad. Halléme obligado a decir que era viejo, soldado, hidalgo y pobre, a que uno respondió estas formales palabras: "Pues ¿a tal hombre no le tiene España muy rico y sustentado del erario público?". Acudió otro de aquellos caballeros con este pensamiento y con mucha agudeza: "Si necesidad le ha de obligar a escribir, plaga a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo".
Sus contemporáneos, si bien reconocieron la viveza de su ingenio, no vislumbraron la profundidad del descubrimiento del Quijote, fundación misma de la novela moderna. Así, entre el 22 y el 23 de abril de 1616, murió en su casa de Madrid, asistido por su esposa y una de sus sobrinas; envuelto en su hábito franciscano y con el rostro sin cubrir, fue enterrado en el convento de las trinitarias descalzas, en la entonces llamada calle de Cantarranas. Al revés que su personaje, no pudo escapar nunca de su destino de hidalgo, soldado y pobre.
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido; pues en mitad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de la hambre, porque no lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos, que las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!
Muy hermosa crónica que rinde justo tributo a la faceta de Cervantes como Eterno Peregrino..Caminos de España ,caminos del mundo,senda de las estrellas y los libros del Maestro Cervantes unen el Cielo con La Tierra. Saludos de Ángel Luis desde Montevideo,Uruguay,
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