CAMINO DE SANTIAGO

CAMINO DE SANTIAGO

domingo, 5 de diciembre de 2010

CONFERENCIA DE D. EUGENIO PINEL ,SEGUNDA ENTREGA


¿Cuál era la situación de España en aquel momento histórico?

En España ocurren sucesos trascendentales en que se juega la fortuna del mundo hasta entonces conocido, y esta circunstancia, atrajo sobre ella la atención de los mas insignes historiadores en los grandes siglos de la historiografía, (Timaios, Polibio, Estrabón, Varrón y Plinio). Está habitada por un pueblo fusión del ibero que constituyó la primera invasión, y fue mas tarde dominado por un aluvión de los aguerridos celtas. De la fusión de vencedores y vencidos se originó el pueblo celtíbero, con el cual, en sus designios imperiales, hubieron de luchar cartagineses y romanos.

Aquellos dos grandes pueblos de la antigüedad (Roma y Cartago) se disputaban el dominio del Mediterráneo, para lo que era imprescindible dominar la Península Ibérica, por entonces “Fínis Térrae”; que en su extremo sur, el estrecho de Gibraltar, (Entonces Columnas de Hércules), era la puerta del Mar.

Estas guerras entre Roma y Cartago, las conocidas “Guerras Púnicas”, provocaron sendas invasiones del territorio de nuestra Península y dieron origen en el primer caso,( la invasión cartaginesa ), a la heroica defensa de Sagunto. Y en el segundo, (en la invasión romana), la aparición del primer héroe peninsular, Viriato, y la igualmente heroica defensa de Numancia. La defensa de estas dos ciudades constituye un faro luminoso, de ejemplo para la Humanidad, de lo que es capaz de hacer un Pueblo en defensa de su libertad.

Luminarias de heroísmo que volverán a encenderse a lo largo de nuestra Historia: En innumerables ocasiones durante los setecientos años de lucha contra el invasor árabe; en la batalla de Otumba en América; en el sitio de Zaragoza contra Napoleón ; en el asedio de la fortaleza de Baler en Filipinas y en tiempos cercanos, las defensas del cuartel de Simancas, del Santuario de Santa Maria de la Cabeza y del Alcazar de Toledo, durante nuestra Guerra Civil. Porque en las guerras civiles, los hechos de los unos y los hechos de los otros, son hechos de todos que se escribirán para siempre en el “libro de la História”.

A la llegada de los romanos, dice el Marques de Lozoya en su Historia de España “hay, en la Península dos estilos de vida: Uno, el de las comarcas feraces y cálidas de levante y de Andalucía; Otro, el del litoral del Oeste y del Norte con la Meseta Central. Pero de antiguo esta planteada la creencia de una extensión considerable del territorio, habitada por pueblos Celtíberos (El historiador griego Timáios, que escribía hacia el año 260 a. de J.C. es el primero que emplea este nombre”)

El Pueblo Celtíbero esta constituido por tribus dispersas por todo el territorio peninsular bajo la dirección de un jefe; Son los Vetones, los Arévacos, los Pelendones, los Cántabros. los Carpetanos,…. y muchos mas. Eran politeístas, practicaban sacrificios humanos y la cautividad les inspiraba un terror que superaba al de la muerte; daban culto a animales como el caballo, el ciervo y en las poblaciones pastoriles, al toro.

El historiador Políbio dice, que son notas esenciales comunes de estas gentes, la religiosidad sincera y hondamente sentida, el concepto austero de la vida, la sobriedad, el valor en el combate, la dignidad en la desventura y el espíritu insobornable de independencia

Con aquellas gentes, de cualidades excepcionales, hubieron de luchar la flor y nata de las legiones romanas al mando de sus mejores generales como Escipión o Cesar; quien después de vencer, definitivamente, a su rival Pompeyo en la batalla de Munda, cerca de nuestra actual Córdoba, marchó a Roma y se proclamó “Imperator”, pero fue mas tarde asesinado, sucediéndole su sobrino e hijo adoptivo, Octavio Augusto, instaurador de la paz definitiva en Hispania, al ser por fin vencidas tribus cántabras capitaneadas por su gran caudillo Corocotta.

Antes del final del siglo III a. de J.C., Roma habia ya adquirido la mas fuerte constitución que pudiera ostentar pueblo alguno. Era, en realidad, una república aristocrática regida por un Senado de hombres de reconocido prestigio personal.

La sociedad estaba organizada en clases: patricios,(la clase alta), plebeyos (el pueblo) y esclavos, (tomados generalmente de los pueblos vencidos), que se regia por un Derecho, base del Derecho por el que se rige actualmente, toda la Civilización Occidental

El Imperio, llegado con la persona de Octavio Augusto, trae consigo un largo período de siglos de paz ( ”Pax Romana”), durante el cual, Roma llega a la culminación de su Gloria, y la Península Ibérica es ya La Hispania Romana, que va ganando importancia, tanto por su riqueza como por los valores que dan carácter a sus gentes, ya con un alto grado de romanización. Cesar la había dividido en tres provincias: La Tarraconense con capital en Tarraco (Tarragona). La Bética con capital en Hispalis (Sevilla), Y la Lusitania con capital en Emérita Augusta (Mérida), que llegó luego a ser la mas importante ciudad del Imperio después de Roma. Una gran red de calzadas unen entre si capitales y ciudades, que se llenan de grandiosos monumentos. Las tribus de Hispania han ido abandonando sus idiomas y adoptando el Latín, que es el idioma del Imperio, y que habría de dar lugar mas tarde al castellano, al catalán y al gallego; y solo algunas tribus del norte, no romanizadas, seguirían conservando su propio lenguaje.

Esta es la Hispania que encuentra Santiago

Según la Tradición desalentado el Apostol por la falta de fruto que aquellas gentes daban a su esfuerzo, meditaba con tristeza las causas junto al rio Ebro. Cuando allí mismo sobre una piedra, Maria, la Madre de su Maestro vino a consolarle y animarle a proseguir en la predicación del Evangelio a los Hispanos.

En mis estancias en Zaragoza (la Cesaraugusta romana), me emocionaba oír que, al dar las horas del día, la emisora de radio zaragozana repetía en cada una de ellas : “Bendita sea la hora en que Maria Santísima vino en carne mortal a Zaragoza”.

¡ Qué bonito¡

Pues bien, Santiago con el ardor que le transmitió la Virgen, emprendió la tarea con tal vigor y santo empeño, que su siembra produjo la magnífica cosecha que trataremos de mostrar al final de nuestro Camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario